HOMILÍA EN LA PROFESIÓN SOLEMNE Y PERPÉTUA DE TRES MIEMBROS DEL I, S. HOGAR DE NAZARET


Sábado, 16 de Febrero de 2013

            Queridos miembros del Instituto Secular Hogar de Nazaret,
            Queridas jóvenes que hoy os ofrecéis plenamente al Señor mediante vuestros votos perpetuos,
            Queridos familiares y amigos de estas nuevas consagradas,
            Queridos hermanos y hermanas todos:

            1.- En este día tan importante para vosotras y para el Instituto Secular del que vais a formar parte definitivamente, la palabra de Dios nos dice, a través del Profeta Isaías: “si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor…entonces el Señor será tu delicia” (Is. 58, 13). El Sábado, día sagrado para el Pueblo de Israel, es la imagen del Domingo, día sagrado para los cristianos. En él celebramos la resurrección del Señor. Con él comenzamos la semana dedicándola a Dios con todo lo que somos, lo que tenemos, lo que hacemos y lo que buscamos. Por tanto, celebrar el Domingo es el signo permanente de que proclamamos a Dios Señor de nuestra vida. Es el signo de que todo lo que vamos a realizar durante la semana, tendrá su motivación en la voluntad del Señor; y su finalidad será dar gloria de Dios y contribuir a la salvación del mundo.
Como el Domingo ha de celebrarse necesariamente junto al Señor nuestro redentor escuchando su palabra, participando en su banquete eucarístico y gozando en la esperanza de salvación eterna que nos ofrece el recuerdo de su resurrección, el Domingo se convierte, o debe convertirse, en la delicia de los cristianos. Por tanto, quienes celebran el Domingo como el signo de todos los regalos de Dios derivados de la creación y de la redención y lo consagran al Señor, hacen del Domingo su delicia. El Salmo, refiriéndose al Día sagrado, nos invita a cantar: “Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
2.- Queridas jóvenes que celebráis en este día vuestra consagración perpetua al Señor: puedo y quiero deciros que, a partir de hoy, vuestra vida ha de ser un Domingo permanente; y, con la gracia de Dios, que hace posible en vosotras la consagración, toda vuestra vida puede ser un Domingo y, en definitiva, una delicia, como dice el profeta Isaías.
Si respecto del Día del Señor cantamos proclamando que es “el día en que actuó el Señor”, vosotras, en tanto consagradas –como consagrado es el Domingo- debéis ser un testimonio valiente y entusiasta de que el Señor ha actuado en vosotras; y que, por ello, vuestra consagración es vuestra alegría y vuestro gozo. Pero, como no cabe consagración al Señor sin la decisión de compartir con Él su sacrificio y su voluntad de ser instrumento de salvación, vosotras debéis procurar ser motivo de alegría y de gozo para quienes el Señor ponga a vuestro lado.
3.- Como el bien se destruye si se guarda, y crece si se comunica, vuestro propósito ha de ser emplear vuestra vida en la difusión del bien por excelencia que es la acción salvífica de Dios. Debéis ser, por tanto, apóstoles del amor de Dios, de la redención de Jesucristo, del cuidado constante y paciente que ejerce sobre nosotros con su sabia y amorosa providencia. Debéis ser apóstoles de la alegría que nace en el corazón al experimentar la misericordia de Dios en el Sacramento del perdón. Estáis llamadas a ser profetas de la esperanza que abre el alma hacia horizontes de plenitud, hacia metas que trascienden nuestra vida, nuestro mundo y nuestras ilusiones poniendo la mirada del corazón más allá de lo imaginable y de lo humanamente apetecible. Debéis ser mensajeros de la gracia de Dios y testigos creíbles de la fe. A ello nos invita la Iglesia, a través de la convocatoria del Papa Benedicto XVI, en esta Año Jubilar de la Fe. Año que debe ser tiempo especialísimo para procurar la renovación interior, para purificar nuestra fe, y para proclamarla allá donde nos encontremos.
4.- Ante este programa, que deriva de la conciencia agradecida por los inmensos dones recibidos del Señor, y ante la sospecha fundada de las dificultades y oscuridades con que podemos encontrarnos, es necesario que elevemos nuestra súplica diciendo, con las palabras del salmo interleccional: “Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu voluntad” (Sal. 85).
5.- La consagración al Señor no es posible fuera de la Iglesia. Y como la Iglesia es el Cuerpo místico de Jesucristo del que él es la Cabeza, la consagración al Señor lleva consigo la consagración a la Iglesia. Esta consagración implica la generosa disponibilidad ante las necesidades eclesiales acordes con vuestro carisma y posibles según vuestras condiciones personales. Por ello estáis llamadas a sembrar y cultivar en las gentes el amor a la Iglesia de Jesucristo, procurando en ella la comunión efectiva y afectiva entre sus miembros, siendo apóstoles y testigos de la unidad y de la colaboración generosa y desinteresada. Puede que alguna vez os digan, como dijeron los fariseos a los discípulos de Jesucristo: “¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” (Lc. 5, 30). Ojalá podáis actuar con ellos en el Nombre del Señor y responder siempre con sus palabras: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan” (Lc. 5, 32).
6.- No quiero terminar sin manifestar mi gozo personal por el crecimiento de este Instituto, y mi compromiso episcopal a favor de su crecimiento, sobre todo por su esencial vinculación a esta Archidiócesis. Su Fundador, D. Luis Zambrano, de cuya muerte celebramos el trigésimo aniversario, fue sacerdote ejemplar de nuestro Presbiterio. Por él debemos elevar nuestra oración a Dios Padre todopoderoso, para que lo tenga en su seno y para que pronto podamos ver claramente reconocidas sus virtudes.
7.- En este curso estamos concluyendo la atención especial al segundo objetivo del Plan Diocesano de Pastoral que es la formación e integración consciente y activa de los seglares en la Iglesia. Demos gracias a Dios porque estas tres jóvenes, miembros del Instituto secular, son un signo de la bendición del Señor para el fruto abundante de los trabajos diocesanos que estamos concluyendo.
8.- Que la santísima Virgen María. Seglar consagrada plena y ejemplarmente al Señor desde su más tierna juventud, acompañe a estas tres jóvenes que hoy se disponen a recibir la gracia de la elección y de la bendición divina. Que interceda a favor del Instituto Secular Hogar de Nazaret para que no cese de recibir el regalo de nuevas vocaciones. Y que, a todos los que hoy nos hemos reunido en torno al Altar del Señor, nos alcance la gracia de la fidelidad a la vocación recibida.

            QUE ASÍ SEA

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