HOMILÍA EN EL ENCUENTRO DIOCESANO DE CATEQUISTAS -2015-



1.- Mis queridos catequistas aquí reunidos: recibid mi más cordial y agradecido saludo. En vosotros  se hacen presentes hoy para mí todos los sacerdotes,  todos los miembros de la Vida Consagrada y todos los fieles laicos que ejercen el admirable ministerio de la catequesis en  la Iglesia de Mérida-Badajoz. Me siento íntimamente unido a vosotros y os considero directa y plenamente unidos a mí en la misión que me compete como Pastor  de esta Iglesia de Mérida-Badajoz
2.- En este encuentro diocesano conviene traer a la memoria algunas consideraciones en torno a la misión del catequista.
El verdadero sujeto de la Catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión de Jesucristo Maestro, y animada por el Espíritu Santo, ha sido enviada para ser maestra de la fe” (DGC. 78). La Catequesis es, pues, una acción esencialmente eclesial. Por tanto, los catequistas, actúan en nombre de la Iglesia. Os felicito a todos por ello. ¿Cabe muestra mayor de la grandísima confianza que ha puesto   el Señor en nosotros?   
3.- Digo en nosotros porque, al ser una acción esencialmente eclesial, los Obispos somos “los primeros responsables  de la catequesis, los catequistas por excelencia” (CT. 63). De ahí que sea una indeclinable responsabilidad de los Obispos en sus respectivas Diócesis ordenar la acción catequética estableciendo el catecismo que debe utilizarse en cada nivel. Desde hace mucho tiempo, es el conjunto de los Obispos el que prepara en la Conferencia Episcopal Española los catecismos para cada nivel, y los presenta a la Santa Sede para su reconocimiento.   
Como colaboradores directos del Obispo, “en relación con la catequesis, el sacramento del Orden constituye a los Presbíteros en educadores de la fe”  (DGC. 224). Por tanto, corresponde a los sacerdotes, “como catequistas de catequistas, cuidar la formación de éstos, dedicando a esta tarea sus mejores desvelos”  (DGC. 225).
Los miembros de la Vida Consagrada y  los fieles laicos que ejercen el ministerio de la catequesis, “son hombres y mujeres que, llenos de espíritu apostólico, prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la propagación de la fe y de la Iglesia” (AG. 17).   
4.- El Papa Francisco, preocupado por aclarar que la catequesis no es una simple clase de doctrina cristiana, dice: “El catequista es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros” (Homil. en Jornada de Catequistas,  Domingo 29 de Sept. de 2013). Y añade: “Ayudar a niños, muchachos, jóvenes y adultos a conocer y amar cada vez más al Señor, es una de las más bellas aventuras educativas que construye la Iglesia” (Discurso en Congreso internacional sobre catequesis, 27 Sept. 2013). ¿Habrá, pues, tarea más importante y más  bella en favor de las personas? ¿Hay un servicio que pueda incidir más en la liberación de los niños y jóvenes, que viven tan  sometidos a las influencias esclavizantes de la cultura secular actual? Dar a conocer al Señor y a cercar a él en la intimidad, es la raíz de la verdadera espiritualidad capaz de renovar a las personas y, a través de ellas, renovar la sociedad y el falseado mundo en que vivimos.
Llevar a las personas, en sus distintas edades, al encuentro personal con Jesucristo, es el acto de caridad más importante y urgente exigido por la fe en el amor que Dios nos tiene y por el amor que debemos a Dios y a sus hijos por quienes dio la vida Cristo Jesús.
5.- El encuentro personal con Jesucristo tiene su primer momento en la escucha atenta de su palabra tal como la santa Madre Iglesia nos la transmite. Esa palabra nos ayuda, en cualquier edad, a conocernos a nosotros mismos, a descubrir la verdad de nuestras intenciones y deseos. Como espada de doble filo, no deja sin descubrir el fondo del propio corazón. Al mismo tiempo nos ayuda a descubrir en la misericordia divina la fuerza que ha de llevarnos a la conversión. La catequesis, transmisora de la palabra de Dios como enseñanza y como fuente de vida, está, pues, en la raíz de la renovación de las personas y de la misma sociedad. Por eso catequesis y evangelización han de ir siempre juntas como necesarias para que  todos puedan ver a Jesús, contemplar su verdadero rostro, gozar de su dulzura y de su misericordia. En ellas se descubre la magnitud de su amor. La catequesis es una puerta que nos da acceso a la libertad, a la paz interior, a la felicidad que da la esperanza en Aquel que vivió y murió por nosotros.
Escuchar la palabra de Dios es una forma, la más importante, de corresponder al amor de Dios, habida cuenta de que corresponder a su amor es  el acto de fidelidad más  pleno y necesario que debemos a  nuestro Señor y salvador.
6.- Queridos catequistas: después de estas consideraciones, a las que nos lleva la palabra de Dios en este encuentro diocesano, debe ser nuestro propósito mantener la confesión de la fe  y  trabajar con entusiasmo para que esa fe despierte en otros, y puedan orientar su vida por el camino de la verdad, puesta su mirada en Dios y en la Vida eterna.
¿Creéis, queridos catequistas, que el mundo sería como es si descubriera la verdad del Amor de Dios, de lo que Dios nos ofrece y de la ayuda que él mismo nos promete para recorrer el camino  de acercamiento a él?. Es una verdadera pena que tantos jóvenes y adultos vivan ese mortal vacío que les lleva a buscar exclusivamente en lo terreno, más experiencias de lo mismo, teniendo que sufrir las consecuencias lastimosas de sus ciegas acciones?
7.- En este mundo lleno de egoísmos, motivado por el beneficio personal sin  pensar en el bien común, “ciertamente, apenas habrá quien muera por un  justo; por una persona buena tal vez se atreviera alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5, 7-8).  Este es el mensaje que constituye el contenido de la catequesis a la que debemos dedicarnos. Merece la pena todo esfuerzo para ser buenos catequistas. Este ministerio es una verdadera vocación en la Iglesia. Jesucristo nos ha llamado como llamó a Leví cuando estaba dedicado a cobrar contribuciones.
Mediante la acción catequética debemos ayudar a que los niños, los jóvenes y los adultos descubran que “la norma del Señor  es límpida y da luz a los ojos” (Sal. 18). Nada tienen que ver con leyes desconsideradas que recortan la libertad de los cristianos.
8.- Pidamos a la Santísima Virgen que nos ayude a decir “sí” al Señor en la Iglesia para obedecer, del mejor modo posible, la llamada de Dios a ser catequistas en este tiempo y en nuestro mundo.

QUE ASÍ SEA

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